


Leipzig
Pequeño: 30cm x 45cm. Tiraje de 75 ejemplares.
Mediano: 50cm x 75cm. Tiraje de 50 ejemplares.
Grande: 75cm x 100cm. Tiraje de 10 ejemplares.
anexo.
Soy un fotógrafo mediocre pero uno persistente. Me encontraba hace medio año trabajando como ciclista repartidor de comida en la ciudad de Leipzig, consecuencias de un salto al vacío que me permitió ganar algo de dinero y fotografiar en simultáneo por toda la ciudad.
Estoy sentado en un sillón de terciopelo azul que me encontré en las calles de Lavapiés, con un año más de vida encima y la esperanza que mi segundo intento de tienda online se muestre redituable. Pero no vengo a contarles mi vida, solo a relatar brevemente que ser crítico de la obra de uno es un ejercicio muy jodido de humildad.
Esta voz interior que tenemos algunos, viene rellena de las delusiones necesarias para creer que tenemos lo imprescindible, aquello que hará que un público te intercambie su dinero por nuestra forma de ver el mundo. Este creativo niño loquito que cree en sí mismo está en constante batalla con ese adulto criticón dentro de mí que me ayuda a mejorar.
Estas imágenes que les muestro a continuación representan el conflicto interno de no creer en ti mismo y hacerlo de todos modos. Voy de puerta en puerta, tomando fotos y entregando comida, pero también predicando que no crean en el tiempo, no se rindan, y nunca dejen de intentarlo.
Pequeño: 30cm x 45cm. Tiraje de 75 ejemplares.
Mediano: 50cm x 75cm. Tiraje de 50 ejemplares.
Grande: 75cm x 100cm. Tiraje de 10 ejemplares.
anexo.
Soy un fotógrafo mediocre pero uno persistente. Me encontraba hace medio año trabajando como ciclista repartidor de comida en la ciudad de Leipzig, consecuencias de un salto al vacío que me permitió ganar algo de dinero y fotografiar en simultáneo por toda la ciudad.
Estoy sentado en un sillón de terciopelo azul que me encontré en las calles de Lavapiés, con un año más de vida encima y la esperanza que mi segundo intento de tienda online se muestre redituable. Pero no vengo a contarles mi vida, solo a relatar brevemente que ser crítico de la obra de uno es un ejercicio muy jodido de humildad.
Esta voz interior que tenemos algunos, viene rellena de las delusiones necesarias para creer que tenemos lo imprescindible, aquello que hará que un público te intercambie su dinero por nuestra forma de ver el mundo. Este creativo niño loquito que cree en sí mismo está en constante batalla con ese adulto criticón dentro de mí que me ayuda a mejorar.
Estas imágenes que les muestro a continuación representan el conflicto interno de no creer en ti mismo y hacerlo de todos modos. Voy de puerta en puerta, tomando fotos y entregando comida, pero también predicando que no crean en el tiempo, no se rindan, y nunca dejen de intentarlo.